El viernes asistí al
evento motivacional “Ahora tú”, en su segunda edición. Y disfruté
muchísimo, la verdad. Me gusta impartir conferencias tanto como escucharlas.
Pero hubo una ponencia que me impactó de forma especial, la de Nando Parrado,
uno de los supervivientes del conocidísimo accidente aéreo de los Andes, una de
las más impresionantes historias de supervivencia del ser humano. Cuando
escuchas de sus labios el relato de la estremecedora historia, sientes
escalofríos por su enorme sufrimiento. Sientes el pánico que sintió cuando la
muerte estuvo tan cerca, tan tangible.
En el accidente
murieron su madre y su hermana, y varios de sus mejores amigos. Y después de
pasar un hambre y una sed terribles, un frio de 30º bajo cero y haber tenido
que alimentarse con la carne humana de sus propios compañeros para sobrevivir,
Parrado decidió liderar una expedición suicida por los Andes helados para
buscar ayuda. Expertos alpinistas no se explican cómo pudieron sobrevivir
durante 72 días en esas extremas condiciones, y tampoco cómo Parrado y dos
compañeros lograron llegar, con los precarios medios y ropa que tenían, hasta el
lugar donde los rescataron. La frase “Lo hicieron porque no sabían que era
imposible” encaja a la perfección con esta historia épica de supervivencia.
Todas las personas de
este país que se pasan el día quejándose, criticando, protestando, culpando a
otros de su situación, deberían escuchar a Parrado. Deberían oírle dar las
gracias por la vida que ha tenido después de aquella tragedia, oírle decir que
se siente feliz, que acepta completamente aquella experiencia, que vive el
presente y disfruta cada minuto de su vida. Todas esas personas deberían
sentir vergüenza por quejarse de tantas banalidades y tonterías. Lo que
deberían hacer es dar gracias por lo que tienen, que es muchísimo. Deberían dar
las gracias por estar vivos, por respirar, por poder comer dignamente, por
tener agua potable, por poder ducharse por la mañana con agua caliente.
No nos damos cuenta de lo que tenemos, no lo
valoramos. Y desperdiciamos
nuestra preciosa y corta vida yendo de víctimas. Irene Villa, otra de
las ponentes de “Ahora tú”, fue una víctima del terrorismo de ETA, y
perdió en el atentado sus dos piernas cuando tenía sólo 12 años. Sin embargo, nunca
se sintió como una víctima. Afrontó su vida con coraje y optimismo pese a su
tragedia personal, y perdonó a los que cometieron aquella atrocidad.
Aprendamos de estos dos
ejemplos vivos. Ambos son dos monumentos a la humildad, a la dignidad, a la
responsabilidad, y al valor. Por supuesto, la mayoría de los políticos de este
país también deberían aprender mucho de estos dos ejemplos.
Ahora te sugiero que
hagas el siguiente ejercicio: cierra los ojos y piensa en 1 situación o
experiencia concreta de ayer por lo que deberías dar las gracias. Por
ejemplo, estar media hora jugando y riendo con tu hijo, una felicitación por un
buen trabajo, estar bien de salud, etc.
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JAVIER CARRIL. Coach, conferenciante y escritor.
Visita mi web: http://www.zencoaching.es/
Autor de los libros Cuentos para adultos que quieren ser felices (Descárgatelos aquí) DesESTRÉSate, Ed. Alienta, 2010…y Zen Coaching, ed. Díaz de Santos, 2008.
Autor de los libros Cuentos para adultos que quieren ser felices (Descárgatelos aquí) DesESTRÉSate, Ed. Alienta, 2010…y Zen Coaching, ed. Díaz de Santos, 2008.
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ResponderEliminarLo está haciendo porque cree imposible que el que esta al lado lo crea posible.
ResponderEliminarCreer posible lo que hace parece del todo imposible, pero lo hace, a pesar de saber que no es posible.
Lo imposible facilita que lo que hace sea posible.
Hagamos posible lo que siempre ha parecido imposible.
Libro Mateo 13.